Considerando la competitividad como la capacidad que presenta la empresa para alcanzar sus objetivos de venta y/o producción al menor coste posible y, por consecuente, la pérdida de competitividad, como una asunción de mayores costes para alcanzar los mismos fines, puesto todo ello en relación con el mercado y competidores en que nuestra empresa actúa, podemos deducir que vamos a encontrar variados factores y múltiples variables sobre las que poder actuar para la mejora de nuestro “índice de competitividad”, al que me quiero referir como competencia de la empresa para crear, crecer, desarrollarse y perdurar.
Las teorías darwinistas de la evolución de la especie toman razón en el mundo empresarial. La especie, la empresa, se desarrolla por ser capar de competir en el mercado, por aportar competencias que en relación con su entorno le doten de la suficiente fortaleza para hacer su camino, logrando cotas de mayor alcance y sostenibilidad.
El concepto de competitividad es en sí mismo difuso, no podemos decir que somos competitivos por esto o por lo otro, sino que se trata de un conjunto de variables y factores, y su mix establece las diferencias. Estamos viendo, viviendo y, en gran medida, sufriendo la influencia que el entorno macroeconómico puede ejercer sobre el desarrollo competitivo del tejido empresarial. No podemos soslayar la importancia que para un empresario tiene el marco en que puede desarrollar su actividad, siendo factores determinantes la seguridad jurídica, el acceso a la obtención de fuentes de financiación – y que esta lo sea a precios aquilatados como un factor productivo más -, una fuerza laboral con formación acorde a las necesidades, unas relaciones laborales adaptables a las situaciones cambiantes de mercado y un sistema fiscal claro y focalizado en un retorno equilibrado a la sociedad de los beneficios empresariales que esta ayuda a generar.
Parece claro que es difícil competir en costes con los “tigres” asiáticos. Cierto es que sus factores de competencia vienen determinados por los bajos costes salariales que soportan y la escasa o nula protección social que sus trabajadores disfrutan, pero también podemos darnos cuenta que otros países de muestro entorno cercano, como pueden ser Alemania y Holanda, presentan empresas altamente competitivas, que conjugan otras diversas competencias (flexibilidad laboral, producción tecnológicamente intensiva, calidad, imagen) con un alto nivel salarial y de protección social.
Por tanto, podemos considerar que, de partida, competimos marcados por factores exógenos a nuestra organización que van a determinar en buena medida nuestra competitividad, donde el modelo económico del que dependamos, facilita o dificulta el desarrollo de la actividad empresarial.
¿Internet que tiene que ver en todo esto?
Bien podemos decir que Internet, como medio, es un factor exógeno por depender del estado de las redes de comunicaciones, de su capacidad y velocidad de transmisión que proporcionan, pero desde luego, lo que no podemos considerar fuera de nuestro ámbito directo de influencia y actuación, como factor endógeno, es el cómo damos uso a esa vía que tenemos delante de nosotros, la cual nos habilita el uso de distintas herramientas. Por ello, hemos de analizar y plantear cómo el medio que supone Internet puede ser empleado de forma eficaz para el logro de una mejora en la competitividad de nuestra empresa en el mercado y frente a nuestros competidores presentes y futuros.
La inversión en tecnologías de la información ha de ser punto de reflexión en nuestra toma de decisiones, hemos de considerar su imbricación en la cadena de valor para que supongan un aporte que mejore nuestros procesos productivos, nuestra comunicación y determinen nuevas posibilidades de crecimiento y optimización.
El uso de las tecnologías de la información y con ello de Internet, no es ninguna pócima mágica, en un principio puede parecer lo contrario por el coste de implementación que puede acarrear inicialmente, si bien, al facilitarnos el acceso a herramientas que permiten el desarrollo de competencias en nuestra organización, bien aplicadas, supondrán factores de mejora. La rentabilidad de nuestra organización se puede ver favorecida por una mejora en nuestras comunicaciones, tanto en costes directos como indirectos, que pueden venir dados por una menor necesidad de desplazamientos o por una capacidad de acceso a la información no sometida a las cotas de un espacio físico determinado, por permitir el trabajo en movilidad.
La mejora de la rentabilidad está muy relacionada con la eficiencia de nuestra organización. Ser eficaz implica optimizar nuestro tiempo de trabajo, el tiempo de trabajo de nuestra organización, en aras de un cumplimiento de los fines dispuestos con la menor dilatación posible, estando cada recurso focalizado en su cometido. En este sentido, Internet nos proporciona medios para poder llegar a múltiples personas con un mismo acto; piénsese lo que ha supuesto el uso del correo electrónico o la posibilidad de mantener reuniones con nuestros colaboradores sin necesidad de desplazamientos empleando distintos sistemas de video-conferencia, que incluso, con los medios técnicos adecuados, puede ser realizada en movilidad. También, por citar otras facilidades, la posibilidad de presentar nuestro portfolio de productos y servicios a distancia, de difundir nuestros mensajes publicitarios a un amplio rango de nuestro potencial mercado. Por ello, podemos considerar Internet como factor que dota de competencia a nuestra organización, posibilita la obtención de una mayor eficiencia y rentabilidad, habiendo más competitiva nuestra posición en el mercado.
Hablamos de rentabilidad, eficiencia, comunicación, también podemos hablar de colaboración y, porque no, de creatividad como fuente de mejora de la competitividad. Este es terreno abonado para Internet. En un principio, hace bien poco ya que la velocidad de desarrollo de este medio a veces produce vértigos, muchos pensábamos – entre los que me incluyo – que Internet y el uso de determinadas herramientas podían generar el ostracismo del ser humano. Desde luego, este planteamiento está lejos de la realidad que cada día pide paso y es sin duda un error. Internet facilita la colaboración tanto del plano personal, profesional como empresarial, posicionándose como la vía que canaliza el conocimiento. Hoy por hoy, me atrevo a afirmar que el conocimiento está en la Red y que son las habilidades para gestionar ese conocimiento lo que puede distinguir a unas organizaciones y a otras. La colaboración entre distintos profesionales, entre distintas organizaciones, puede ser también una competencia que beneficie la competitividad de aquellos que colaboran y determine su crecimiento. Creo que es innegable que hoy por hoy podemos, gracias a la existencia y desarrollo de Internet, mantener abiertas con bajos costes, distintas líneas de colaboración que no tienen por qué limitarse a nuestro círculo local.
He apuntado la ruptura de fronteras que facilita Internet y con ello, la amplitud de miras con la que podemos encarar los objetivos de nuestra empresa. Nuevo factor de competitividad que podemos conseguir a través de Internet es el de la internacionalización de nuestra organización. Desde luego, hasta hace bien poco, para una PYME resultaba más difícil aún que lo que puede ser ahora, plantearse el llevar sus productos más allá de sus fronteras físicas naturales. Internet difumina los límites que las fronteras impone, si bien no los elimina, pero sí puede hacer que nos planteemos ir un poquito más allá que si no contásemos con su concurrencia. Por ello, decimos que Internet ha venido a posibilitar una reducción de costes y por otra parte, sin que ello tenga que ser negativo, abre las puertas a una mayor competencia por la eliminación de barreras.
Un entorno de competencia hace que la especie, siguiendo el símil con las teorías evolucionistas, se mantenga alerta y logre ser competitiva bajo pena de extinción. Hace ya tiempo, en mis comienzos profesionales, uno de mis superiores me vino a decir: “si te ha tocado vivir en la sabana, seas gacela o seas león, lo que has de saber es que, para sobrevivir, al amanecer deberás estar corriendo”, cuanta razón tenía y tiene ya que es una máxima perdurable en nuestros tiempos, Internet balbuceaba por entonces.
Nuestro gran escritor Unamuno, grande entre los grandes, lanzó una máxima tal “que inventen ellos”, lástima que su grandeza nos haya influido tanto negativamente porque le hicimos caso. No todo está perdido, Internet también es fuente inspiradora de creatividad, creatividad que puede y deber ser empleada en mejorar procesos productivos usando Internet como medio, creando herramientas que faciliten la eficacia, aportando soluciones que mejoren internamente nuestra organización y que doten al mercado que vayan dirigidas de soluciones que resuelvan necesidades o den nuevas vías para mejora de la calidad de vida.
Decía antes que Internet y el canal que abre no es la panacea, efectivamente no lo es, ya la filosofía oriental nos orienta en la dualidad de todas las cosas, donde “en todo lo bueno siempre hay algo malo” y viceversa. Ante la proliferación de herramientas de supuesta productividad, basadas en Internet, no todas son tales y algunas suponen más una merma de recursos que un aporte efectivo de mejora para nuestra competitividad. Por ello, estaremos atentos y desecharemos aquello que a nuestra organización no le aporte un significativo plus en su cadena de valor, ni aporte un manejo eficiente de los recursos empresariales.
No quiero dejar mencionar la importancia del comercio electrónico en el actual estado de los negocios y en este caso desde el punto de vista de la competitividad de los procesos que afecta. El comercio electrónico abre la posibilidad de nuevas oportunidades de negocio, es puro Internet, permite generación de empresas y negocios fundamentados exclusivamente en este medio, compitiendo con los canales tradicionales en un reto de competitividad. En la supervivencia pesa mucho la eficiencia y un sistema bien planteado de comercio electrónico puede conseguir una buena ración de ella.
El comercio electrónico es la continuidad digital de una forma venta muy asentada en algunos países, principalmente los anglosajones, que es la venta por catálogo y que es una muestra clara de cómo, con distintas herramientas focalizadas en el medio que proporciona Internet podemos conseguir nuevas formas de negocio y nuevos procesos productivos, a través de un nuevo canal de negocio, marketing y comunicación.
El comercio electrónico puede suponer dentro de la empresa mejoras en la distribución del producto, incluso favoreciendo nuevos canales de ingresos a través de productos nuevos como puede ser la distribución de productos digitales a través de descarga como por ejemplo los libros electrónicos, donde los costes de distribución son tendentes a cero, prescindiendo incluso de cualquier red de distribución y poder llegar de forma directa al consumidor.
El uso empresarial de Internet y de la Web como plataforma de venta y comunicación va a facilitar la relación con nuestro mercado potencial y nuestra cartera de clientes, incluso puede facilitar nuestro servicio de soporte técnico. Nos puede ayudar a ser más eficientes comercialmente hablando, segmentando correctamente nuestro mercado. Internet es un medio de comunicación directo y adaptable, sin limitaciones de lugar y hora. La tecnología aplicada a los procesos de comercio por medios electrónicos, por medio de Internet, en los distintos formatos de aplicaciones para ordenador o dispositivos móviles, hace que nuestro mercado se extienda más allá de los limites a los que podemos llegar por medios convencionales, dejando en un segundo plano la importancia de la ubicación geográfica y el sometimiento a un componente temporal, todo ello, con un posibilidad real de reducción de costes en comparación con lo que vendría a suponer el querer llevar a nuestra organización los mismos parámetros de actuación sin contar con el medio que Internet nos facilita, todo ello por tanto, en harás de una mejora de la competitividad de nuestras empresas.
Tampoco hemos de olvidar las ventajas que a nuestra organización pueden aportar el uso de sistemas de almacenamiento y uso de software en lo que ha venido a denominarse la nube, o cloud computing en su afección anglosajona, que viene a ser la posibilidad de usar servidores externos a nuestra empresa, a los que podamos acceder desde diversos puntos y donde obtengamos servicios usando Internet como vía de canalización. Una adecuada estrategia en este sentido, puede suponer un factor de gran valor añadido a nuestros procesos internos que, con toda seguridad, empuje para la optimización le nuestros costes y con ello, un mejor ratio de nuestra competitividad.
A modo de conclusión, podemos señalar que para la obtener mejoras en nuestra competitividad, Internet nos aporta: deslocalización, visión global, comunicación, interrelación, nuevas formas de negocio y reducción de costes en todas estas áreas, facilidades estas que debemos de considerar a la hora de posicionar nuestra organización.
David García Fdez. de Peraleda
Socio – Director